En su esencia, el mundo empresarial guarda obvias similitudes con el mundo individual de las personas que lo conforman. En ambos casos siempre hay objetivos a cumplir y los dos requieren de una directriz para el transcurso a recorrer hasta alcanzarlos. El control de gestión es, en el universo de las organizaciones, un proceso destinado a guiar la gestión empresarial, a la vez de servir como instrumento para su evaluación.
El concepto mismo de gestión ofrece dos concepciones principales: la clásica y la moderna.
En el punto de vista tradicional, la gestión se trata principalmente de una tarea que atañe al control operativo de la cuestión, y se desarrolla mediante un sistema de información que tiene relación con la contabilidad de los costos.
Desde la óptica moderna, la gestión abarca muchos más elementos constitutivos del qué hacer de las organizaciones, a la vez de contemplar de forma permanente la interacción entre cada uno de ellos. Aquí ya se habla de planificación y control, y aparece como fundamental una orientación estratégica compartida por todos los componentes.
Centrándonos en la concepción moderna de la gestión, el control de la misma se basa básicamente en una serie de principios que teóricamente permiten la consecución de metas y objetivos planteados para las empresas. A modo de síntesis, estos principios son los siguientes:
La utilización de la contabilidad como elemento informativo; economía del Control, control por excepción y control por responsabilidades e integración de los sistemas de control; necesidad de coincidencia entre el presupuesto y el plan de cuentas contable; manejo de información adecuada, breve, concreta y oportuna; medidas adecuadas a adoptar como consecuencia de los resultados del control.
La gestión de las empresas y nuestro mundo tan dinámico, de cualquier manera, se complementan cada día.